La brutalidad del hecho se grafica en los hematomas en el rostro y el cuello de don Carlos Alberto Núñez (76), quien también sufrió lesiones en brazos, torso y piernas. La saña de los delincuentes que irrumpieron en su domicilio fue tal que no se conformaron con amarrarlo de pies y manos, sino que usaron una cadena para amordazarlo y arrastrarlo, lo que lastimó su boca.
También su esposa Mercedes González (72) fue víctima de los delincuentes, aunque por fortuna resultó ilesa.
El hecho se registró el pasado martes 16 de noviembre, alrededor de las 14, cuando tres malvivientes los sorprendieron en el corredor de su casa, en el kilómetro 10 de la ex ruta nacional 14, propiedad lindera al Club Unión.
Los ladrones portaban un cuchillo, un gas pimienta y una picana. Tras reducir a la pareja los trasladaron al interior de la vivienda, los ubicaron en diferentes habitaciones y les exigieron dinero. Ya de entrada la señora les dijo que no tenía plata, salvo 180 pesos que les entregó de inmediato.
“Entraron por la parte de atrás, nos sorprendieron. A mí me pegaron mucho. La verdad en un momento pensé que me iban a matar. Me ataron y me golpearon con el mango del cuchillo en la cabeza, me dieron trompadas y patadas, me arrastraron. Me llevaron a la pieza del fondo y no le veía a mi señora. Mi preocupación era ella, pero gracias a Dios sólo le ataron”, detalló Núñez.
Todavía dolorido, a pesar que transcurrieron doce días del hecho, accedió a charlar con El Territorio y relató el calvario que padeció junto a su esposa.
“Como tres días no me podía levantar del dolor de cuerpo, por eso recién el domingo (21) hicimos la denuncia”, precisó.
Extrema violencia
Don “Pichón” Núñez, como lo conocen vecinos y amigos, es uno de los habitantes más antiguos del lugar, conocido y apreciado por todos. Por ello, el violento asalto del que fue víctima junto a su esposa generó enorme conmoción e indignación en la zona.
Los ladrones querían plata, que no había, por lo que luego de torturar al dueño de casa escaparon con un televisor de 32 pulgadas, una motoguadaña, una motosierra, un parlante, tres cuchillos, una caja de pesca, una garrafa de gas, dos cadenitas de oro y dos manteles.
“En los manteles cargaron las cosas que robaron”, acotó la señora. A su lado, su marido lamentó que una de las dos cadenitas de oro era un apreciado recuerdo de su hijo Jorge, fallecido años atrás.
Fue el único momento de la charla en que la voz de Núñez se entrecortó, y se notó que hizo un esfuerzo para no quebrarse ante la pérdida de una reliquia familiar con tanto valor sentimental.
Según las víctimas, los tres delincuentes eran jóvenes, de entre 20 y 30 años, delgados, dos de estatura mediana y uno más alto. Todos usaban barbijos, por lo que no pudieron identificarlos.
“Dos entraron y uno quedó de campana afuera”, precisó Núñez, y agregó: “Yo soy viejo, pero ni así tuvieron piedad. Me pegaron mucho. Querían plata y no había, capaz por eso me pegaron tanto. Me ataron los pies y las manos en la espalda, y en un momento me metieron una cadena en la boca y me arrastraron. Todavía me duele la boca”.
Tras revisar toda la casa los malandras escaparon con el escueto botín de 180 pesos y demás elementos citados.
“No sé cómo hice, pero me fui arrastrando hasta la sala y en un momento, haciendo mucha fuerza, me zafé las manos, ahí me desaté y fui a ver a mi señora. A ella le ataron un trapo en la boca para que no grite”, mencionó.
Un detenido
Si bien se trata de una zona muy poblada, la vivienda de don Núñez y su esposa está más alejada y el vecino más cercano se halla a cien metros. En consecuencia, nadie escuchó nada.
Luego, asustados y doloridos los ancianos prefirieron encerrarse en su casa durante varios días. Recién el domingo los visitó un amigo, quien finalmente los acompañó a radicar la denuncia ante la Seccional Segunda.
Por las características del hecho, como saber que los dueños de casa viven solos y lo alejada de la propiedad, se presume que los ladrones podrían ser de la zona o conocer bien el lugar. Teoría a la que adhiere don Núñez.
“La Policía ya le agarró a uno y recuperaron la motoguadaña. Espero que los agarren a todos porque son un peligro y pueden lastimar a otra gente. Yo estoy sorprendido cómo aguanté, porque me pegaron demasiado. Ahora me preocupa el ojo, que tengo bastante feo”, lamentó.
Con relación a la investigación del violento hecho, en diálogo con la Policía varias voces apuntaron a un grupo de jóvenes conocidos por el consumo de drogas y bebidas alcohólicas, quienes intimidan y roban a vecinos de la zona.
En consecuencia, el último jueves personal de la División Investigaciones se trasladó hasta Campo Ramón, municipio lindero al kilómetro 10, donde procedieron al secuestro de una motoguadaña que luego fue reconocida por las víctimas.
La máquina había sido adquirida por muy bajo costo por un tercero, quien señaló a Thiago D. (20) como el vendedor. Posteriormente el joven fue detenido, mientras siguen tras los pasos de sus presuntos cómplices.
La causa está caratulada como robo calificado en poblado y en banda y se tramita en el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá.
En cifras
$180 Fue lo único en dinero en efectivo que la pareja tenía en ese momento en casa y que se llevaron los ladrones, además de otros elementos de valor.
El Territorio
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