Un sargento y un oficial auxiliar fueron atrapados el lunes. Pericias telefónicas revelaron que, a cambio de dinero, los dejaban operar y avisaban sobre controles.
Dos efectivos de la Policía de Misiones fueron detenidos el lunes por sus pares, acusados de formar parte de una asociación ilícita dedicada a la venta de autos de alta gama con documentación trucha provenientes de Buenos Aires. La investigación se inició en agosto y para llegar a los uniformados fue clave el análisis de teléfonos celulares.
Según pudo saber este medio en base a fuentes de ligadas a la investigación, se trata de un sargento que se desempeñaba en la División de Comando Radioeléctrico de Fátima y un oficial auxiliar con prestación actual de servicios en la Unidad de Investigaciones de la Unidad Regional I.
Lo que se sospecha en base a los elementos recabados hasta el momento es que los uniformados cobraban dinero para dejar que los implicados operasen tranquilos. Este “servicio”, se detalló, incluía el aviso de cuándo la Policía de Misiones iba a hacer operativos en contra de estas maniobras.
La redada se extendió durante la jornada de la víspera, cuando se atrapó a un civil de 37 años, a quien los investigadores incautaron documentaciones y varias patentes en su domicilio.
Con estas detenciones, ya son seis los involucrados relacionados con la organización, a quienes se logró incautar cuatro vehículos en diferentes operativos.
La pesquisa, a cargo de la División de Robos y Hurtos de la Dirección de Investigaciones Complejas y coordinada por el Juzgado de Instrucción Uno que preside el juez Marcelo Cardozo, se inició en agosto, con la detención del primer involucrado y el secuestro de dos vehículos.
Ocurrió el día 9, en horas de la tarde, cuando los uniformados hacían recorridas en el microcentro posadeño. En la cercanías de la esquina de Jujuy y Santa Fe vieron una Chevrolet Tracker que les llamó la atención porque tenía anomalías en su patente. Al detalle, la chapa no estaba fijada correctamente, por lo que decidieron detener al hombre.
Se trataba de Orlando Ramón B. (44), quien presentó una cédula que, luego se descubrió, no pertenecía al vehículo, al igual que la patente. Es que la camioneta tenía un sobregrabado en el vidrio, pero se pudo determinar mediante el cruce de informaciones su verdadero origen.
Se trata de un coche con pedido de secuestro por robo desde marzo de este año.
Pero eso no era todo, ya que el hombre tenía en su poder la llave de otro coche que, se supo, estaba guardado en la cochera de un edificio sobre la calle Ayacucho, también en el microcentro de la capital provincial. Hasta allá fueron los hombres, constataron que efectivamente había un vehículo en el que se movilizaba Orlando y, ya con presencia judicial, también procedieron a revisarlo.
Se trataba de un Peugeot 2008 que también tenía anomalías en los grabados de los vidrios y la patente. La Dirección de Verificaciones cruzó nuevamente los datos y pudo saber que tenía un pedido de secuestro desde marzo. El hombre terminó detenido acusado de robo de automotor.
Pero la investigación siguió. Días después se trasladaron a Capioví, a la casa del familiar del acusado, donde dieron con un Chevrolet Onix con las mismas características. Todos los vehículos tenían pedido de secuestro por robos cometidos en Buenos Aires, y ante la evidencia los pesquisas supieron que estaban ante una organización con una aceitada logística.
En septiembre finalmente se concretó la tercera captura, esta vez en el barrio Santa Helena de Garupá. En un allanamiento sobre la avenida Misiones, casi Costanera, apresaron a un hombre de 31 años e incautaron un Citroen C4, pero además en el lugar los pesquisas se toparon con documentaciones más que comprometedoras.
“Había chequeras, recibos de pagos de compra-venta de vehículos, cupones de pagarés, posnet eléctrico, comprobantes-aviso rechazo de cheques emitido por una entidad bancaria, tarjetas de crédito y débito varias, comprobantes de compra y venta de vehículos y dinero en efectivo”, se detalló de forma oficial en su momento.
En todos los casos los efectivos incautaron teléfonos celulares, que fueron remitidos a la Dirección de Cibercrimen de la Policía de Misiones. Allí se determinó que uno de ellos, el detenido en Garupá, se comunicaba con los efectivos de la Policía, por lo que se informó lo sucedido y se actuó en consecuencia el día lunes.
Al oficial auxiliar se lo ubicó sobre la avenida Tomás Guido, donde le incautaron dos teléfonos. Voces internas de la fuerza dijeron ayer que si bien en la actualidad se desempeñaba en Investigaciones de la UR-I, hasta hace pocos días estaba en la División de Trata de Personas y trabajaba en el edificio de Jefatura de la fuerza provincial.
Al otro uniformado, en tanto, los efectivos lo ubicaron en su lugar de trabajo y también se le secuestró un aparato móvil. Ambos fueron alojados en la Comisaría Decimocuarta, a la espera de determinaciones sobre la Justicia sobre su futuro. Paralelamente desde la fuerza se dispuso su inmediato pase a disponibilidad y ya fueron apartados de sus funciones.
El último de los civiles, por su parte, fue localizado en su casa del barrio Judicial, donde se incautaron tres teléfonos celulares, documentaciones de vehículos varios y chapas patentes. También había diferentes automotores, dos motos y un auto, pero que no presentaban anomalías.
La investigación prosigue y los detenidos serán trasladados pronto al Juzgado del juez Cardozo para designar abogado defensor y completar la audiencia indagatoria.
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