Izan Thaiel fue un bebé soñado. El primer hijo, el primer nieto, el primer todo… como contó su madre envuelta en llanto. El bebé nació en el hospital Samic de Oberá el pasado 27 de marzo, pero no despertó ni lloró. Agonizó cinco días, un calvario interminable para su mamá, que denunció mala praxis. Ahora piden justicia.
El relato de la angustiada y destrozada madre: “El jueves 25 a la mañana fui al hospital para consulta porque ya estaba de 40 semanas y no tenía contracciones, ahí la doctora que me atendió todo el embarazo me dijo que mi presión estaba muy alta y ella me tenía internar. Me interno el jueves a las 10 y la doctora me dijo tenía que empezar a poner una pastilla vaginal para que me empiecen las contracciones. Me pusieron una, después de seis horas la segunda y el viernes seguía sin contracciones.
Mi doctora seguía de guardia y me puso la tercera pastilla, a las 20 se fue y entró de guardia otra doctora. A las 21 me colocó la cuarta pastilla y a las 3 de la madrugada me empezaron las contracciones. Le llamé a la enfermera para que la doctora me revise pero me dijo que estaba en un parto. A eso de las 5 vino y me hizo tacto y me dijo “no mamá, tu bebe falta” y se fue. A las 7 volvió y me colocó la quinta pastilla. Yo le pedía por favor porque no podía más y ella me decía “no, tu bebe falta” y me hacía tacto. Escuché que en el pasillo las enfermeras decían “como llora la exagerada esa”. A las 10 de la mañana del sábado rompí bolsa y sentía que mi bebé estaba por nacer. La doctora me hizo tacto y decía que no, pero yo ni podía bajarme de la camilla. A las 12 entré mi mamá a verme y ya estaba por desvanecerme, transpiraba frío y mi mamá fue a enfermería y le dijeron “su hija es exagerada”, y vino el seguridad y le sacó para afuera.
Estuve tirada en la camilla toda la tarde. A las 16.40 grité y me desvanecía, vinieron y me llevaron a la sala de espera, me pusieron suero y sentí la cabecita de mi bebé que ya estaba por nacer. Con todo ese dolor me hizo tacto y me dejo ahí. Grité otra vez, me miró de la puerta y me dijo “dale mamá, apurate, bajate y vamos a sala de parto. Dale, dale”.
Fui apenas sujetando la cabecita de mi bebé, cuando subí en la camilla de parto en menos de cinco segundos le tuve. La doctora se estaba colocando el guante y le grité que ya estaba, le abarajó a mi bebe y me dijo “ay mamá, ni me esperaste que me cambie”. Fue ahí donde vi que las enfermeras le llevaron a mi bebé y no lo escuché llorar. Le reanimaron hasta que vino la pediatra y le llevó corriendo a Neo, vino la partera y le pregunté su mi bebe estaba bien, y dijo “sí mamá, nació un poquito sin oxígeno”.
Me higienizaron y me llevaron a sala. Mi mamá fue a Neo y no le dejaron pasar. La pediatra me dijo que a mi bebé le faltó oxígeno y que le entubaron. Empecé a llorar y me dijo “tranquila porque así no le vas a conocer a tu bebé”. A las 9 fui y lo vi con todos los tubos, me puse a llorar y la pediatra me dijo “acá no se llora porque el bebé siente”. Me calmé. Pase la noche sin dormir y el domingo fui a verlo y seguía igual. El lunes a las 10 vino un pediatra de apellido Szulepa, que con toda la paciencia y el amor del mundo me dio el informe y me explicó todo lo que sucedió. Me dijo que mi bebé sufrió mucho por la falta de oxígeno en las ochos horas que me dejaron con la bolsa rota, que eso perjudicó todos sus organismos y su cerebro estaba muy inflamado. Por eso no despertó ni lloró. Me fui a sala con el corazón destrozado y le pedí a Dios que cuidara a mi bebé. El martes no había mejoría. El doctor Szulepa fue el mejor ser humano que me atendió ahí, en medio de tantas lacras. Me decía que le hable a mi bebé, que le bese, que le acaricie. Yo iba, hasta que el martes a las 10 de la noche un enfermero de Neo me dijo “no mamá, no le toques, no le hables. Se va a despertar y va empezar a pelear con las maquinas”. Ahí me desesperé. El miércoles a la mañana el doctor Szulepa autorizó que mi mamá y mi papá entren a conocer a mi bebé, como era el primer nieto, primer sobrino, primer todo. A las 11.30 de la mañana del miércoles me llamaron urgente y a los gritos una doctora sin corazón me dijo que a bebé le dio un paro, que le reanimaron y si le daba otro se me moría. A las 16 le fui a ver y le pedí que sea fuerte. Lloré tanto, le supliqué a Dios que me diera un milagro. A las 23.40 me llamaron y la misma doctora de la mañana me dijo que le dio un paro. Llegue a la puerta y me dijo “listo mamá, a tu bebé le dio otro paro y falleció”, se dio vuelta y se fue. Quedé ahí en la puerta sin poder caminar y vino una enfermera y con todo el amor me habló y me dijo que me iba acompañar a que le llame a alguien que me vaya a buscar. Yo me cuidé nueve meses, lo soñé, lo esperé con todo el amor del mundo. Estoy destrozada. Quiero justicia mi hijo y por todos los bebés, que nadie más pase por lo que pasamos mi bebé y yo”.
Gentileza: Daniel Villamea
Más historias
“Inclinación hacia la pedofilia”: contundentes pericias sobre Germán Kiczka
Joven fue rápidamente detenido luego de robar en una vivienda
Se investigan llamadas entre Germán Kiczka y una funcionaria judicial mientras estuvo prófugo