Bancas vacías…

La imagen es poderosa y reveladora. Son el testamento mudo de todo lo que está mal en la política.

Kiczka, ausente por estar preso y Puerta, salpicado por la acusación, evidentemente por no tener respuestas.

Simbólicamente, las bancas vacías de los diputados de Activar revela la ausencia no solo física, sino también moral y ética de estos políticos.

Representan tal vez, la falta de responsabilidad y compromiso con la justicia y con quienes los eligieron como sus representantes.

En esa imagen se cristaliza que, en realidad, lo que está vacío es el sentido de representación; el deber de responder a la ciudadanía; y especialmente la integridad de aquellos que deberían ocuparlas.

Son el testimonio visible de una profunda hipocresía y de un gran cinismo político. Mientras por un lado se declaran dispuestos a colaborar con la justicia, por otro, huyen o evitan dar la cara en los momentos cruciales; en definitiva, mostrando su verdadero rostro.

La postal también es la metáfora que explica la ausencia de valores, de coraje y de respeto hacia el proceso democrático y hacia la verdad.

Además, evidencian quizás una complicidad inquietante; o al menos una clara imposibilidad de brindar respuestas ante una situación tan grave como una acusación de pedofilia.

En un sistema que se supone debe ser transparente y justo; esta ausencia es la representación más cruda de una política que prefiere huir o esconderse y tambien protegerse antes que enfrentar las consecuencias de sus acciones.

Esa realidad podría incluso verse como un símbolo de la traición a la confianza pública; una traición que se materializa en esos escaños desiertos que deberían estar ocupados por quienes juraron servir al pueblo.

Y por supuesto, ese escenario desolado es como el espejo que los interpela y que refleja su debilidad ante la mirada pública y ante la justicia.

Este vacío debería ser el último y debería guiarnos hacia el momento bisagra que hace falta para empezar a cambiar algunas de las convenciones de este sistema; que aún permite que quiénes huyen de la justicia o desaparecen cuando deberían dar la cara, sigan siendo actores políticos en nuestra sociedad.